
Mi tiempo: 2:59:58
Por los pelos!!! Pero conseguido. Mi felicidad ayer (y hoy) es algo difícil de explicar. Después de mucho sacrificio y de muchos kilómetros es indescriptible la sensación de éxito que conseguí ayer.
Hice la primera media en 1:30:49 (tiempo real, el tiempo oficial es +50″) Algo por debajo ya que no pude enganchar la liebre de las 3h en la salida y preferí no quemarme para ir tras ella. Me importaba mi tiempo y no quería cometer el error de Roma de salir «sí o sí» a por el globo. En los primeros km encontré a dos chavales que iban a por el sub 3 e hicimos piña. Ibamos bien, solo un poco por debajo, pero con la charleta íbamos animándonos. Yo confié ciegamente en ellos (error: siempre se aprende algo en cada carrera) y al pasar la media toda la seguridad que me habían transmitido se desvaneció. Fue como si se quitaran la careta. Así empezaron a lanzar frases como: -«No creo que lo consiga… Es imposible doblar el tiempo (Doblar??? Había que superarlo!!!)… 3:05 es un buen tiempo…»-
Entonces tome la decisión de abandonar el grupo y comenzó mi carrera en solitario. Tal vez fui algo maleducado ya que tras sus comentarios miré al frente y los abandoné sin despedirme. En cierta medida lo siento, pero había mucho en juego y el reto de ser sub 3 se había apoderado de mí hacía ya algunos meses como para ni siquiera intentarlo y conformarme ya en el paso por la media. Me encontraba bien, así que subí el ritmo y conseguí meterme en tiempo entre el km 30, donde todavía iba 12 segundos por encima, y el 35, donde ya contaba con una ventaja de 20″. Hasta ahí hice una carrera muy cómoda, intentando combatir la euforia al ver que lo estaba consiguiendo y disfrutando de un público que en Valencia se portó de maravilla. Sin el multitudinario apoyo hubiera sido muy difícil…
A partir de ahí toco apretar los dientes para mantener la ventaja. Empecé a notar síntomas de cansancio. Tomé el último gel que hizo su trabajo pero que apenas consiguió mantener esa sensación un par de km… Miré el reloj continuamente y veía como si no me concentraba perdía ritmo fácilmente. -«Voy muy justo»- pensé -«Si no consigo mantener el ritmo me voy de tiempo…»- En ese momento me acordé del paso por el 21097 tan lento pero rápidamente intenté pensar en positivo. -«Lo tengo ahí, ya llego, aguanta…»- Aparecío el km40 tras una curva a derecha, vi a unos amigos que me animaban, e intenté pillar algo en el avituallamiento, pero no conseguí agarrar la botella de gatorade y se cayó al suelo. Me desanimé, y ya tampoco daban geles. Iba muy justo y venía pensando desde hacía dos kilómetros en el premio del 40… Pillé agua, me conformé y seguí, mirando el reloj y exprimiendo cada músculo de mis piernas.
La gente se volcaba en estos últimos metros, atletas que ya habían acabado habían subido a animar a quienes estábamos finalizando. Recuerdo a uno especialmente, con su chandal y su medalla se desvivía por darnos aliento: -«Vamos, que ya todos sois sub 3…» Esto es la maratón. Quien no lo ha vivido no sabe lo que se pierde. Con los pelos de punta me quedé con la mente fija en ese atleta mientras llegaba el 41. -«Él sí es un campeón»- pensé. Lo tenía ya, pero el reloj me daba un resultado muy justo, incierto. Mi ritmo en el último 5000 se me había ido a 4:18… Pensé en correr el último km como si no tuviera que correr más en mi vida. Vi la bajada hacía el río y me alegré como si me hubiera tocado la lotería… 750m… 500m… 250m…
LLegué a la puerta de Museo Príncipe Felipe, y allí conté a las personas en cientos. Decidí interactuar y apretar el botón de la euforia. Levanté los brazos y aplaudí animando al público…. La gente se vino arriba: estruendo infinito que me guardo para mí. Momento muy emocionante. Allí reconocí a las mujeres de unos compañeros de trabajo que también estaban sufriendo en la carrera. Saludé. Ya estaba hecho. Giré a derecha y casi instantáneamente a izquierda para afrontar la recta final, la de la foto, la que se vende como franquicia de la Maratón de Valencia, sí ,esa plataforma sobre el lago de La Ciudad de las Artes y las Ciencias de 150 metros… Alcancé allí al fin a la liebre de las 3h. El crono de meta ya pasaba unos segundos las 3 horas… De pronto sentí que me llamaban desde la grada. Era mi mujer (ni una sola palabra de las aquí escritas existiría sin ella) y unos amigos. Saludé, sonreí, levante los brazos… Pero miré el reloj y ví 2:59. No sabía los segundos porque no había configurado el reloj para que me los dijera (otro gran error que casi me sale caro) Apreté, y entonces me arrepentí de no haberlo hecho antes: me quedaba gasolina. Se me hizo interminable la puñetera recta, llegué al arco, miré el reloj 2:59, pasé la meta, y cuando pulsé el botón del Garmin ví un sombrío 3:00.
LLegué exhausto. Me vestí rápido ya que notaba frío. Miré en el historial del reloj y ví 3:00:02. Me quedé helado, contrariado,estúpido. Sé que era insignificante, pero no era sub 3. Decidí esperar hasta ver el tiempo oficial. Hotel, baño en piscina climatizada (a partir de ahora un MUST en mis hoteles) y comida «frugal» en FOSTER HOLLYWOOD. Durante la vuelta a Murcia consulté en internet las clasificaciones 1000 veces. Fundí las baterías de mi iphone y el de mi mujer. Nada. Mi mujer se enfadó conmigo. No podía entender que no estuviera contentísimo. Había bajado 27′ mi marca en Maratón en 8 meses, pero el que corre y va a por una marca, sabrá lo que digo…
En casa me dí cuenta que el chip llevaba un código QR. Bajé la aplicación del móvil y lo pasé por el código… -«Mierda, no lo lee, espera, ahora sí…»- 2:59:58. Ese dos en el inicio de la cifra cayó como el agua de lluvia que por suerte no tuvimos durante la carrera… Lo había conseguido. Olvidé el cansancio, grité, salté. Es imposible describir la felicidad del momento… Imposible.
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